
Vol. 5 | No. 9 | Febrero - Julio 2025 | ISSN: 3006-1385 | ISSN-L:
3006-1385 | Pág. 70 - 78
El Sistema de Orquestas: Un espacio para la epistemología ambiental
The Orchestra System: A Space for Environmental
Epistemology
Doriana
María Roa González
dorianaroa80@gmail.com
https://orcid.org/0009-0003-9825-7049
Universidad de Carabobo. Valencia, Venezuela
Carlos Alberto Guevara Martínez
cguevara5@uc.edu.ve
https://orcid.org/0009-0002-1911-676X
Universidad de Carabobo. Valencia, Venezuela
Artículo recibido 15 de octubre de 2024 / Arbitrado 10 de noviembre de
2024 / Aceptado 29 de enero 2024 / Publicado 15 de febrero de 2025
http://doi.org/10.62319/simonrodriguez.v.5i9.40
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RESUMEN
El presente
artículo propone una mirada crítica y propositiva sobre El Sistema Nacional de
Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela como espacio para el
desarrollo de una epistemología ambiental, basada en los postulados de Enrique Leff. Se analiza cómo esta iniciativa musical, más allá de
su valor artístico, constituye una plataforma para el diálogo de saberes, la
inclusión social y la formación de ciudadanía desde una perspectiva
interdisciplinaria. El texto reflexiona sobre cinco órbitas clave del saber
ambiental, interdisciplinariedad, relaciones de poder, racionalidad ambiental,
saber del otro y complejidad, y su correspondencia con la práctica colectiva de
la música en El Sistema. A través de esta articulación, se argumenta que El
Sistema encarna una racionalidad que promueve la diversidad cultural, la
equidad social y el respeto a la otredad, haciendo de la música una herramienta
transformadora para la justicia ambiental y social. Finalmente, se invita a
futuras investigaciones transdisciplinarias que profundicen en el impacto
epistemológico y pedagógico de esta experiencia musical única en el mundo.
Palabras
clave: Epistemología ambiental; El Sistema; Racionalidad
ambiental; Justicia social
ABSTRACT
This article proposes a critical and proactive look at the
National System of Youth and Children's
Orchestras and Choirs of Venezuela as a space for the development
of an environmental
epistemology, based on Enrique Leff's postulates. It analyzes how this
musical initiative, beyond its artistic value,
constitutes a platform for the dialogue of knowledge, social inclusion and the formation of citizenship
from an interdisciplinary
perspective. The text reflects on
five key orbits of environmental
knowledge, interdisciplinarity,
power relations, environmental rationality, knowledge of the
other and complexity, and their correspondence with the collective
practice of music in El
Sistema. Through this articulation, it is argued that
El Sistema embodies a rationality
that promotes cultural diversity, social equity and respect for otherness,
making music a transformative tool
for environmental and
social justice. Finally,
future transdisciplinary research
is invited to deepen the
epistemological and pedagogical
impact of this unique musical experience in the world.
Keywords: Environmental
epistemology; El Sistema; Environmental
rationality; Social justice
INTRODUCCIÓN
Hay coincidencia
en los tiempos que corren en relación con crisis y cambios. El Sistema se dio
con base en los principios del inicio del siglo XIX cuando menos una docena de
países europeos lo aceptaron en el sistema educativo. En particular, con la
creación de los conservatorios y escuelas musicales, la diversidad y
multiplicación de sistemas instrumentales y de enseñanza, incluso dentro de un
mismo país, germinaba desde siempre, pero especialmente en los siglos XX y XXI.
Se asevera que "El Sistema" tiene un impacto social ampliatorio que,
si bien no es el factor que da nacimiento a la iniciativa ni el que la sostiene
financieramente, sino, en realidad, el compromiso concertador de un colectivo
de docentes, músicos y voluntarios, representa un valor adicional al producto
musical, un componente que asegura la supervivencia de la idea de la inclusión
mediante el encuentro con "el otro" en sus diversas facetas: la
solidaridad, la generosidad, la responsabilidad, las formas de cooperación, el
respeto mutuo.
De este modo,
especialmente al hacer la música en un proceso grande, que desborda ampliamente
la dimensión familiar del informe de concierto semanal al padre que mantiene al
niño durante su tránsito en las agrupaciones instrumentales, sino en el
gigantesco macro-mundo y mega-orquesta
formada por todos los huérfanos, desposeídos y vulnerables del país (Reyes,
2024).
Los fonemas,
podemos imaginar, debido a los descritos procesos neurobiológicos básicos,
serían parte de los productos culturales que atraviesan transversalmente las
funciones instrumentales, relacionándose de manera recurrente con las historias
y la actividad creadora y, de forma puntual, con las diferentes formas de ser
músico, especialmente con el modo de impacto social-comunitario que ya
referimos en el primer capítulo. El grupo instrumental, la orquesta, transita
por espacios culturales supraindividuales, como las grandes músicas y las
fiestas, recrea los productos establecidos, socializa al individuo y aporta por
sí misma al cambio de la estructura cultural, a la creación de nuevos
establecimientos eligiendo ciertos repertorios, con la presentación de ciertas
interacciones sociales y nuevas formas de creación o recepción del mensaje
estético (Nualart, 2022).
Paulo Freire
proclamaba que “Nadie concibe, produce y comunica sí mismo y el mundo que
concibe, produce y comunica solo”. Por medio de esta sentencia, el autor
brasileño proponía la universalidad de la interacción en el quehacer cotidiano,
inherente a las distintas formas de interacción habilitadas. La expansión a los
universos interaccionales específicos es inmediata, encontrando una acentuación
de dicha fórmula según las particularidades de los mundos impulsados. En
materia de investigaciones educativas y, particularmente, de la educación desde
la música, se desprende una interrogante que abarca el mundillo contemporáneo:
¿Cuáles son los causales que habilitan, dentro del mismo contexto, universos de
interacción diversos, como portal para el desarrollo del proyecto de niños
orquestas musicales en regiones chilenas más urbanas, revitalizando un concepto
de infancia influyente en el proyecto educativo?
De tal manera,
el programa propone una vinculación estrecha entre el niño, su familia, el
instrumento y la educación integral, a fin de formar personas íntegras en el
ámbito individual y colectivo, a partir de la cohesión en torno a la práctica
instrumental de valor simbólico en el contexto en que viven. Se espera generar
espacios de sociabilidad adecuada para la adaptación de los niños a su medio
musical, destacando la importancia que tiene la práctica musical instrumental
de conjunto como forma de expresión y reconocimiento de la diversidad de las
lenguas musicales locales. Las orquestas escuela, o niñas orquestas, promueven
una formación individual y colectiva, en una especie de sociedad en miniatura,
lo cual viene a representar para la realidad como una especie de continuidad y
un reconocimiento de los valores sociales organizativos a través de la práctica
instrumental que favorece el desarrollo de estructuras simbólicas más complejas
y perfeccionadas, mejorando, en este sentido, la nivelación lectora (Bell et
al., 2023).
Para iniciar
esta disertación de cómo se involucran dos elementos que quizás, puedan estar
distanciados, lo primero que haremos es aproximarnos a una conceptualización de
la epistemología ambiental de Leff (2006) en su libro
Aventuras de la Epistemología Ambiental. Se vinculará las órbitas principales
del saber ambiental propuestas por este autor con la articulación del diálogo
de saberes, dentro de El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles
de Venezuela, una obra social fundada en el año 1975 por el Dr. José Antonio
Abreu.
En este proceso
reflexivo, indagaremos de manera suscita la realidad de El Sistema en su
quehacer filosófico, pedagógico, musical y humano; en su gran postulado: la
práctica colectiva de la música.
DESARROLLO
La epistemología
ambiental es un saber para la vida, movida por un deseo de vida, la misma
inicia cuestionando las teorías y metodologías existentes de la fragmentación
positivista del conocimiento, para dar lugar a los saberes en conjunción entre
la relación del ser y el saber en virtud de las identidades culturales.
Es una política
del saber, de la vida y de la existencia humana. Ésta cambia las formas de
interacción de ser en el mundo con el pensar, el saber y el conocer. Abre la
posibilidad de una interdisciplinariedad teórica, para internalizar una
“dimensión ambiental” que reconfiguren las disciplinas en pro de un saber
holístico, guiado por un método y un pensamiento de la complejidad.
La epistemología
ambiental consiste en desplazar los objetos teóricos tradicionales de la
epistemología, el conocimiento y el sujeto, hacia relaciones situadas,
particulares y concretas. La misma persigue recuperar elementos de la economía
política, la historia, la filosofía y otras disciplinas; en tal sentido, se
trata de una propuesta política científica que consta de un vasto conjunto de
teorías que apuntan hacia una crítica radical de las estructuras de
subordinación que perpetran las actuales formas de conocer, conocerse,
científicas y políticas. A partir del reconocimiento de las particularidades y
riquezas ambientales propias de cada género de existencia, dejan de
convalidarse los procesos de homologación y anulación característicos de la
epistemología política, que al borrar las fuentes comunes de producción del
espacio y de la naturaleza, propios de factores políticos y sociales
esenciales, puede caracterizarse como epistemocida
(Guerrero-Gatica & Achondo, 2022).
Desde esta
perspectiva, la reflexión inicia indagando cómo se comprende el mundo y cómo se
configura el actor social, abriendo paso a una nueva manera de interpretar la
realidad desde la dimensión cultural del ser. Surge así un escenario renovado
de análisis, donde el lenguaje y el encuentro con la diversidad adquieren un
papel central en la resignificación de lo real.
Según Leff (2006), es posible identificar cinco ámbitos clave en
la construcción del saber ambiental. Primero, destaca la necesidad de una
estrategia epistemológica que permita la articulación de las ciencias mediante
la teoría de sistemas y el pensamiento complejo, favoreciendo enfoques
interdisciplinarios. Segundo, resalta cómo el conocimiento ambiental se
proyecta más allá del ámbito científico, influyendo en discursos y prácticas de
sustentabilidad. Tercero, plantea la conformación de una racionalidad ambiental,
capaz de entrelazar lo simbólico y lo real, el pensamiento reflexivo y la
acción social, y de abrirse a una variedad de racionalidades culturales. En
cuarto lugar, subraya la importancia de generar saber ambiental que reconozca
la complejidad inherente a los sistemas socio-naturales. Por último, enfatiza
la revalorización del ser, la construcción de nuevas identidades y una ética
basada en el reconocimiento del otro, como elementos cruciales para orientar un
futuro sustentable a través del diálogo intercultural y la diversidad.
Antes de
progresar en estas órbitas, es el momento de hablar de ¿Qué es el Sistema de
Orquestas?
Es precisamente,
aquel hombre en el primer ensayo del año 1975 el ya, maestro José Antonio
Abreu, el maestro Ángel Sauce y el Dr. José Luis Alvarenga que nace la primera
orquesta sinfónica juvenil: la Orquesta Juvenil Juan José Landaeta. Es el
inicio de lo que sería más adelante, el Sistema Nacional de Orquestas y Coros
Juveniles e Infantiles de Venezuela, Fundación Musical Simón Bolívar: El
Sistema, por antonomasia.
León (2020), nos
comenta de Funda Musical Bolívar es:
“Una
obra social del Estado venezolano consagrada al rescate pedagógico, ocupacional
y ético de la infancia y la juventud, mediante la instrucción y la práctica
colectiva de la música, dedicada a la capacitación, prevención y recuperación
de los grupos más vulnerables del país, tanto por sus características etarias
como por su situación socioeconómica” (p.45).
El Sistema abre
la posibilidad de repensar la música fuera de los espacios del claustro
musical, entiéndase conservatorios y escuelas de música. El fin principal no es
formar músicos; sino ciudadanos. Abreu, un hombre nacido de un núcleo de
emigrantes, viviendo en Venezuela, en Valera, estado Trujillo. Su abuelo
materno, Antonio Anselmi Berti, lo llamaban don Tonino. Era músico, director de
orquestas. Conocía bien los instrumentos musicales, especialmente los de
viento. Es decir, esta práctica colectiva de la música, se apoderó de él, en
sus primeros años de infancia.
Abreu, en las
palabras del discurso Premio Ted, en el año dos mil doce, enuncia en lo
majestuoso de su voz:
“Yo
desde niño, desde mi más tierna infancia quise ser músico y gracias a Dios
logré serlo. Tuve de mis maestros, de mi familia, de mi comunidad todo el
respaldo necesario para convertirme en un músico y soñé toda mi vida en que los
demás niños, los demás jóvenes, todos los jóvenes venezolanos tuviesen la misma
oportunidad. Y de ahí la idea que siempre estuvo sembrada en mi corazón, de
convertir la música en una realidad profunda y global de mi país” (El Sistema,
2018)
Lo que inició
con un ensayo, hoy en día, es una plataforma musical integrada por doce
programas académicos: Orquestal, Coral, Simón Bolívar, Alma llanera, Música
popular, Educación especial, Nuevos integrantes, Atención hospitalaria,
Formación académica, Lutería, Iniciación musical y Penitenciario; con más de un
millón de beneficiarios directamente, y toda una nación iluminada con el poder
de la música.
Luego de
habernos adentrado de manera sucinta en el mundo de la epistemología ambiental
y El Sistema de Orquestas, en esta segunda parte, trataremos de localizar las
interrelaciones de las órbitas planteadas por Leff,
como un nuevo campo de reflexión en la práctica colectiva de la música.
Interdisciplinariedad
y articulación de ciencias
Se parte como
problema principal la fragmentación del conocimiento que aparece como causa
para la comprensión del saber. Cuando cada espacio se convierte en una parcela
del conocimiento, el ser humano también se desintegra de la misma manera.
Durante mucho tiempo fue así, mirábamos tan solo un fractal del gran espejo. El
saber ambiental nos invita al diálogo intersubjetivo e intercultural que
trascienda el trecho de la comprensión de la vida, en su más profunda esencia.
En este
contexto, la interdisciplinariedad juega un papel fundamental, ya que propicia
un verdadero diálogo entre distintos saberes y perspectivas. Leff (2006) señala que este intercambio se produce en el
encuentro de identidades diversas, cada una formada por sus propias
racionalidades e imaginarios, los cuales a su vez configuran los referentes,
significados, deseos y sentidos que motivan a los actores sociales en la
construcción de sus propios mundos. Este proceso excede una mera relación
teórica entre conceptos y hechos materiales, abriéndose hacia una interacción
más profunda entre el ser y el saber, así como entre las dimensiones reales y
simbólicas de la experiencia social (Leff, 2006, p.
13).
¿Cómo podemos
observar una interdisciplinariedad dentro de El Sistema de Orquestas? Ya en su
lema Tocar, cantar y luchar, se demuestra. En los doce programas académicos que
lo conforman, voy a referirme cuatro esencialmente: Orquestal, Coral,
Iniciación musical y Alma Llanera. El núcleo es el punto neurálgico, es el
lugar donde todos confluyen y hacen vida, es el espacio físico de intercambio
de saberes.
El niño que
ingresa, en primera instancia, al programa de Iniciación musical; en éste
comienza a desarrollar aptitudes vocales e instrumentales. Luego el mismo, de
acuerdo al instrumento que escoja puede desarrollarse dentro de los otros
programas citados anteriormente.
Por ejemplo, el
ejecutante dentro de la Orquesta infantil, además de su instrumento principal
(cuerdas, viento, metal o percusión) debe tocar cuatro y cantar. Anteriormente,
el músico que se formaba sólo conocía el repertorio de su nivel y categoría.
Bajo la mirada
transdisciplinaria, el repertorio orquestal, popular venezolano y coral se
funden en uno solo; formando un músico integral, capaz de disfrutar desde el
ser, el saber y el conocer el resignificado de la música en su práctica
colectiva.
Exterioridad
del ambiente y relaciones de poder en el saber
El conocimiento
aparece como un proceso social que se entreteje en las mallas del poder. Es
decir, cada ciencia es dueña de una fracción del saber y desde esa trinchera,
esa relación poder-saber o saber-poder va a establecer su paradigma mediante la
objetivación del mundo en el cual cree estar.
Para Leff (2006), la epistemología ambiental va mucho más allá
de examinar las estrategias de poder presentes en las formaciones discursivas
contemporáneas. Según el autor, este enfoque epistemológico orienta la creación
de un nuevo objeto de conocimiento para la economía y, al mismo tiempo,
fundamenta una nueva racionalidad productiva que integra dimensiones
ecológicas, tecnológicas y culturales. Es decir, no basta con comprender los
discursos y las estructuras de poder asociados al saber ambiental; se trata de
promover un proceso de articulación y transformación profunda que trascienda la
racionalidad económica tradicional y logre incorporar los principios y
dinámicas de la complejidad ambiental en el desarrollo de sociedades más
sustentables
Abreu, fundador
de El Sistema, en sus discursos siempre comentaba: “La educación para pobres,
no puede ser una pobre educación”. Desde esta premisa, este proyecto social,
tiene como propósito la igualdad del disfrute de la música en todos sus niveles
y estratos sociales. Esto es, que un niño, niña, adolescente o adulto pueda
tocar o cantar una gran sinfonía, un bello pasaje llanero, una salsa al mejor
estilo caribeño, independientemente del lugar donde viva.
El alcance de la
música va mucho más allá de su dimensión estética, estableciendo una conexión
profunda e irreversible con lo social. Tal como señala El Sistema (2018), la
música incide en distintos niveles, desde la esfera individual y familiar hasta
la comunitaria y nacional, actuando como un elemento cohesionador y
transformador. Este enfoque inspira a replantear los paradigmas tradicionales,
desafiando tanto la apropiación elitista de la cultura como la visión de la
música meramente como un accesorio decorativo. Así, continúa vigente la
convicción de asumir la música como una herramienta poderosa para la
transformación social y la democratización del acceso cultural.
La música se
convierte en un medio para iluminar siendo capaz de salvar vidas. Pero ¿Música
para quién? Música para el hombre, para crear su identidad, para fortalecer una
nación, para la construcción de una ciudadanía global por medio de un lenguaje
universal. No importas que idiomas hables, si sabes leer música, puedes
participar el imprescindible acto lingüístico-musical de transcender tu
nacionalidad y ser un ciudadano del mundo, al mejor estilo renacentista.
Racionalidad
ambiental: razón y valor; pensamiento y acción
La racionalidad
ambiental cuestiona la teoría y cómo se ha ido ejecutando por los años. Aborda
el sistema de reglas de pensamiento y comportamiento de los actores sociales.
Configura la relación entre lo real y lo simbólico en la compresión del mundo.
Es un concepto clave para analizar la coherencia entre lo teórico y lo
práctico. La congruencia de los hechos, es un acercamiento entre la dialéctica
de saberes y valores en el campo del conocimiento. Para Leff
(2006) el saber ambiental “no se encierra en su relación objetiva con el mundo,
sino que se abre a la producción de nuevos sentidos civilizatorios”. (p. 19)
La educación
musical estuvo y está definida en muchos sectores, como una educación para lo
individual. Es decir, el maestro con el estuidante y
éste de acuerdo a su instrumento podría durar diez años de estudio y luego de
estos, hacer una audición para comenzar a tocar dentro de una orquesta.
Una de las
proposiciones de El Sistema, se basa en la práctica colectiva de la música.
¿Qué es esto? Se desarrolla bajo las enseñanzas del método Suzuki, que no es
más que compartir desde lo colectivo el aprendizaje de un instrumento, la
interacción social es base para lograr este éxito.
La teoría y la práctica van de la mano, ya no
se ven como fragmentadas en el tiempo. Se aprende a tocar, tocando; a cantar,
cantando; y a enseñar, enseñando. Todo esto se desenvuelve en el núcleo que es
“ese espacio, no solamente físico, sino también filosófico, donde se lleva a
cabo el aprendizaje colectivo y el ensayo que, como lo definía el Maestro
Abreu, era el momento más feliz del día. (Ascanio, 2023, p. 37)
Es el núcleo el
espacio de concertación, de diálogos y encuentros de saberes, no solo
musicales, sino filosóficos, históricos, literarios, culturales, éticos, y,
sobre todo, humanos. Ascanio (2023), en su ponencia La práctica colectiva de la
música en el II Congreso Mundial de El Sistema, cita al maestro Abreu cuando
dice: “la educación musical hace que además de educarse el intelecto, se forme
el sentimiento moral, lo ético. Se forme con la capacidad de apreciar lo
estético de la vida” (p. 39)
Saber
ambiental: el Otro del conocimiento
Durante La
Modernidad, la suma de las igualdades era lo que predominaba, un asunto
netamente justificado bajo el paradigma positivista. Lo que era diferente,
extraño, era apartado y renegado a los márgenes del saber. Vivir esa dualidad,
en la propia vida, era una cruda realidad muy marcada en los estratos sociales.
Negar el saber del otro, por no comprenderlo nos alejaba de los procesos de
reflexión de una humanidad que cada día era menos humana.
El conocimiento
no es un único. Es un gran abanico de posibilidades epistémicas, existenciales,
éticas que entretejen saberes científicos y empíricos a fin de construir una
nueva racionalidad, más integrada, plural y diversa.
Para Leff (2006), el saber ambiental no solo genera un
conocimiento científico más complejo y objetivo, sino que “produce nuevas
significaciones sociales, nuevas formas de subjetividad y posicionamientos
políticos ante el mundo”. (p.20)
Mirar el otro,
es el primer paso para construir sociedades más humanas y empáticas. Desde el
año 1975, El Sistema a través de la música ha aportado su grano de arena a la
integración de los saberes musicales. Estudiar música, para algunos, era una
profesión de élite o de personas de clases sociales altas.
La experiencia
de El Sistema destaca por su capacidad integradora, promoviendo la
participación activa de niños, niñas y jóvenes provenientes de todos los
sectores sociales. De acuerdo con El Sistema (2018), aproximadamente el 66% de
quienes forman parte de estos programas pertenece a hogares con recursos
económicos limitados o residen en contextos vulnerables. El 34% restante
proviene de zonas urbanas donde existen mayores posibilidades de acceso y
mejores condiciones materiales. Esta composición sociográfica
refleja el compromiso del programa con la inclusión genuina, permitiendo que
personas de diversos estratos sociales y realidades convivan y se desarrollen
conjuntamente a través de la práctica musical, superando cualquier tipo de
distinción o barrera social.
La música
académica bajo la perspectiva moderna, era aquella que estaba incluida en el
conservatorio: Mozart, Bach, Mahler, Pergolesi, por citar algunos, aquel saber
popular era renegado, mal visto. El Sistema en su modelo de educación musical
integra ese saber ambiental propuesto por Leff, el
mismo ejecutante de violín que toca un Canon de Pachebel,
puede cantar una coral de Bach y tocar en el cuatro un golpe y estribillo
oriental.
Por su parte,
Velásquez (2023), en su ponencia presentada durante el II Congreso Mundial de
El Sistema, destaca que una de las fortalezas clave de la inclusión dentro de
esta organización social radica en su carácter universal. Según la autora, El
Sistema parte de la convicción de que todo niño y joven, independientemente de
su clase social, origen étnico, idioma, religión o creencias, posee el derecho
fundamental a participar en agrupaciones musicales y a integrarse en orquestas.
El programa
enfatiza la importancia de facilitar el acceso a la educación musical para
estudiantes provenientes de diversos contextos socioeconómicos, promoviendo su
integración y participación activa sin discriminación alguna. De este modo, El
Sistema se presenta como una iniciativa inclusiva que reconoce la educación
musical como un derecho humanitario esencial (Velásquez, 2023, p. 65).
Complejidad
ambiental y diálogo de saberes: el ser, el saber, la identidad y la otredad
Lo complejo en
el conocimiento se centra precisamente el humano. Éste por su propia
naturaleza, es transdisciplinario. Morin (1999), en este aspecto señala: “Se
trata a menudo de esquemas cognitivos que pueden atravesar las disciplinas, a
veces con una virulencia tal que las coloca en dificultades”. (pág. 126). Mirar
el ser, el saber, la identidad y la otredad todo en un mismo conjunto. He aquí
lo complejo del asunto. La educación en su esencia debe formar humanos siendo
humanos.
La complejidad
ambiental se funda en el derecho de ser diferente, el derecho a la autonomía, a
un ser propio y colectivo que reconoce su pasado y proyecta su futuro. Es una
trama de relaciones de otredad. Desconstruir lo
pensado para desentrañar lo más profundo de nuestros saberes y dar curso a la
reapropiación del mundo. Para Leff (2006), esta
complejidad va en enmarca en “un diálogo entre seres, un diálogo de saberes,
que constituyen su identidad con un saber”. (p.27).
CONCLUSIONES
El Sistema, es,
un gran diálogo de saberes, en sí. Las artes en todo su esplendor, pero, además
la educación musical va más allá de una simple lección de solfeo, el
participante que ingresa a las filas de cualquier agrupación va con su propia
historia, llena de identidades, de colores, de sabores. Cuando él llega, se una
a otro, que también lleva otros rasgos característicos de su idiosincrasia.
Así, poco a poco, vamos sumando un sinfín de encuentros, de conversaciones, de
ritmos binarios y ternarios, en esa gran hemiola de
la vida, ocultando quizás alguna quinta paralela, pero mostrando con todo su
brillo el espacio donde es feliz y sin darse, construyendo su identidad como
ciudadano del mundo.
Permitirnos
revisar estas cinco órbitas de saber ambientales según Leff,
es también, promover a un futuro indagaciones nuevas, transdisciplinarias de lo
que representa El Sistema, como obra social que de manera directa atiende a más
de un millón de beneficiados y se replica en más de setenta países. El lema
¡Tocar, cantar y luchar! Tan solo es una bandera de construcción de una
ciudadanía mundial.
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